Pero también pueden venir acicalados, arrolladores, educados, intrigantes, cultivados, espontáneos, mareantes y regalados.

Según los momentos que les toquen, que esperen, que pasen, que sospechen, que tenga, que repudien, que se demoren, que se resistan y se desmejoren.

Por eso más vale precaución, o vehemencia, o defensa, o ataque, o combate, o reserva, o ilusión, o hastío, o incontinencia, o anclaje.

Para no dañarse, ni embaucarse, ni quererse, ni olvidarse, ni trasladarse, ni asentarse, ni enloquecer, ni inmutarse.

Que todo sienta mal al orgullo, al complejo, al ego, al eco, al sosiego, al espanto, al momento, al pasado, al proyecto, al descanso.

Y solo es una la vida, o ninguna, o todas, o esta, o la que fueran, o fueron, o serían, o malgastarían, o presumirían, o regalarían, o robarían.

Todo en “Cuneta Deluxe” con la misma cara del alma, la cara simpática de esta conciencia de seguir vivito y coleando.